El Proyecto Kimono Joya trata de conciliar dos finisterres, el español y el japonés: aquel donde el sol se pone como si fuese en busca de otro continente y aquel donde el sol venta como si, tras haber recorrido ese continente, se muestra en el nuevo Horizonte con ánimos renovados. Kimono Joya efectúa esa conciliación con singular habilidad, pues el foco de la exposición es un hábito, el mar, la prenda que nos habilita para presentarnos ante los otros, para aparecer en el mundo transformados en obras de arte.
Eso pretenden los kimonos de Kimono Joya. O, por mejor decir, las pinturas que, tomando como el marco geométrico y el incoloro de esa prenda clásica de la indumentaria nipona, ha realizado un selecto elenco de artistas españoles y japoneses. Desplegando las más variadas posibilidades del arte, estos artistas han tratado de superar la idea de frontera, de sublimar la habilidad, de convertir el arte en un estilo de vida. De conciliar, en suma, pintura y música, danza y acción poética. Esa es su singularidad. Se diría que es la singularidad de los sueños, pero no es menos cierto que los sueños realizados por los artistas de Kimono Joya reverberan con las más variadas luces de la conciencia, del conocimiento.
Intento radical de licitación puentes, de propiciar encuentros, de reconocerse en el otro, el proyecto de Kimono Joya pone ante nuestros ojos algo así como un espejo en el que aún más que vernos tal cual, nos contemplamos trasfigurados. Y, de ese modo, nos ponemos a revivir una historia olvidada. La historia en cierto modo secreta de los dos finisterres del mundo y de sus relaciones.
Ignacio Gómez de Liaño